Obstáculos para conseguir la felicidad

La mayoría de la gente admite cierto grado de felicidad en su vida dice que no se ES feliz, sino que como mucho, se puede ESTAR feliz algunas veces o por épocas. La palabra felicidad integra un montón de conceptos, sensaciones, sentimientos, emociones. Cada persona tiene su propio significado de lo qué es la felicidad para él. Unos piensan que son momentos efímeros, como el nacimiento de un hijo; otras veces pensamos que la felicidad es un invento de políticos, de centros comerciales, pero que en realidad no existe; otros que la felicidad se consigue cuando tienes un millón de euros; otros consideran que es tener cerca a los que uno más quiere; otras veces pensamos que es recorrer el camino para llegar a lo que consideramos felicidad; otros, en cambio, piensan que la felicidad es conseguir la tranquilidad y la paz interior.

Encontrar lo bueno dentro de lo malo, de momentos difíciles sacar momentos de felicidad, sacar de lo malo cosas buenas, eso, con seguridad te permite sentirte más feliz. Pero no se puede esperar la felicidad como un precio pagado en compensación al sufrimiento.

El ser humano tiene la tendencia a sabotear su propia felicidad, y para ello buscamos la más mínima imperfección hasta en los escenarios más hermosos. Entras en un museo de arte, recorres la galería con cuadros colgados, uno al lado del otro, pero vemos un lugar vacío, y nuestra atención se dirigirá tenazmente a ese lugar vacío, el ocupado por el cuadro faltante. Nuestra vida es una galería de arte y recorriéndola siempre encontraremos algo o alguien que falta. la mente, por costumbre, se fija en lo que falta. En psicología se llama “presencia de lo ausente”.

Para llegar a ser feliz hay que empezar por aceptar la verdad y comprometiéndose con ella. Si vivís pensando cómo deberían estar las cosas para poder disfrutarlas, entonces no hay conexión con lo real y entonces no hay una verdadera vida.

Aceptar no es resignación, sino reconocer el punto de partida de un cambio, algo es diferente, y agradecer a la vida por ser capaz de intentar construir la vida que sigue. Solo se puede disfrutar de la vida cuando acepto la realidad tal como es. Aceptar que las cosas son como son. No hay aceptación, obviamente, cuando sigo enojado, con lo que sucede. Hay mucha diferencia con aceptar y estar de acuerdo. Aceptar significa darme cuenta de que la realidad es como es, dejar de pelearme con eso, porque es así, no tiene porque gustarme, ni aplaudir la realidad, ni enojarme, la realidad es como es.

Cuando hablamos de aceptar, muchas personas consideran que es ser conformista, pero si la idea de ser conformista es adaptarse a la nueva realidad, ajustarse a la vida, sujetarse voluntariamente a la realidad, tolerar adversidades, proporcionarse ayuda propia para vivir, ser paciente. Entonces, ¿dónde está el problema?

Considerar la idea de felicidad como la capacidad de soportar los momentos dolorosos de forma estoica; el agradecimiento a la vida es una de las claves de la felicidad; agradecer lo que ya tenemos; siempre hay algo que agradecer, un día nuevo, un amigo, una puesta de sol; sentir gratitud en lo pequeño y en lo grande. Nada necesita ser extraordinario, para practicar la gratitud y fortalecer relaciones. Nos ayuda a mirar lo positivo y no fijarnos en los errores. El corazón agradecido también se vuelve más resiliente. La gratitud no borra el dolor, pero nos convierte en mejor personas.

Los problemas son parte de nuestra vida, pero bien abordados pueden ser un desafío y una forma de aprendizaje, si nos quedamos en “no es justo”, es quedarse en la queja, en el victimismo. Asignar culpas y mantener una postura de víctima es, precisamente, eternizar nuestro sufrimiento, enquistarlo, que quede anidado y latiendo en el odio; perpetuar el dolor potenciado en el más oscuro aspecto: el resentimiento. Todo ello tampoco ayuda para conseguir la felicidad.

La muerte, cualquiera que sea el vínculo, es la experiencia más dolorosa por la que pasa un ser humano. Ante el desgarro que supone la ausencia del ser querido, parece que solo la vuelta del ser amado, sería el verdadero consuelo, y al darse cuenta que eso es imposible, suma la impotencia absoluta al dolor de la ausencia. Soltar el pasado, lo que fue ya no puede volver. El presente se convierte en el único lugar donde se puede vivir. Aferrarnos al pasado solo nos causa sufrimiento. Soltar nos permite ir más ligeros, la impermanencia, nos recuerda que todo cambia, y nos protege de la desesperación, incluso los momentos más duros, sabemos que van a pasar. Ningún dolor se queda para siempre. Del mimo modo, la alegría tampoco es para siempre.

Preguntas:

  • ¿La felicidad es un mito? ¿La felicidad no existe o no es posible?
  • ¿Existe la felicidad, pero son solamente momentos felices? ¿Soy feliz haciendo esto que hago?
  • ¿Qué piensas de la aceptación?, ¿crees que es posible aceptar la pérdida de tú hijo/a?
  • ¿La muerte en nuestra sociedad, cómo te enfrentas cada día a tú entorno social por la pérdida de tú hijo/a? ¿vivimos en una sociedad dolorofóbica? Un individuo en duelo, ¿debería demostrar con rapidez que ha superado la pérdida de un hijo/a?
  • ¿Recuerdas la última vez que te sentiste feliz? háblanos acerca de ese momento.

Bibliografía:

  • Jorge Bucay, «el camino de las lágrimas«; Jorge Bucay, «el camino de la felicidad«.
  • Brian West, «muchas vidas muchos maestros«.
  • Eric Fromn, «el arte de amar«.