Espiritualidad tras la pérdida de un hijo

“La religión es para los que temen al infierno; la espiritualidad es para los que han estado allí” (proverbio Cheroki; escuchado en RENACER 21-X-23)

Los seres humanos somos probablemente los únicos habitantes de la tierra que tenemos conciencia de la inevitabilidad de nuestra muerte y que tenemos la capacidad de asombrarnos ante los misterios de la vida y la naturaleza. Por ello es difícil que una persona no se haya hecho alguna vez en su vida algunas de las tradicionales preguntas existenciales:

¿Cuál es el propósito y el significado de la vida? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué existe tanto sufrimiento en un mundo tan bello? ¿Qué conexión tenemos con la naturaleza? ¿Qué nos depara el futuro como individuos y como sociedad? ¿y la muerte? ¿y tras la muerte? Y más aún ¿de dónde proceden las leyes de la naturaleza? ¿por qué tenemos precisamente estas leyes y no otras? ¿por qué tenemos precisamente un conjunto de leyes que conducen desde unos gases informes hasta la vida, la conciencia y la inteligencia?

Alguna/s de estas preguntas han reaparecido en nuestra vida tras la muerte de nuestros hijos. Los episodios de intenso sufrimiento reactivan o replantean con gran intensidad el proceso de búsqueda de respuestas: ¿por qué …? ¿qué sigue a la muerte …? Y otras.

De sobra sabemos que no hay respuestas objetivas, las respuestas siempre son individuales y el nivel de profundidad y de sinceridad en el proceso de búsqueda de respuestas es absolutamente personal, y a menudo no compartido.

Para muchas personas las respuestas son claras y rotundas con sólo los límites de la razón y el conocimiento científico. Estas personas saben que la ciencia, en cuanto a tal, no puede proporcionar ningún argumento que demuestre la existencia de un dios que trascienda el mundo físico. Podemos hablar de fisicalistas. Tradicionalmente es el ámbito del ateísmo.

Otras en cambio, y dado que se puede afirmar que existen límites al conocimiento y probablemente siempre existirán (“La existencia de un universo físico complejo a lo largo de un tiempo finito o infinito es algo demasiado grande para ser explicado por la ciencia”, Richard Swinburne, 2004), podemos hablar de misterio y sorprendernos ante ello. Del mismo modo, de forma inevitable, podremos buscar lo que se esconde tras el misterio: una trascendencia, que nos permita encontrar algún sentido al misterio. Para lo cual debemos estar en disposición de reconocer que, más allá de la razón, debería existir un fundamento último, absoluto, inabarcable, que denominamos de múltiples formas: Dios o ……

Es entonces cuando aparecen lo que algunos denominan creencias básicas (conocimiento que tenemos mediante nuestras facultades intelectuales, aunque no podamos demostrar su verdad). Y en este ámbito podemos hablar de dos tipos de creencias básicas, además de una opción en cierto modo similar a la opción “espiritualidad” que podríamos denominar teísmo.

RELIGIÓN:

Las religiones según la (RAE): Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración En ellas es común la noción de verdad revelada, que se percibe como universal, no condicionada e infalible. Cada religión tiene la certeza de que lo que ha sido revelado en ella está libre de contaminación y exento de finitud. Pero ello no es posible, pues no existe el conocimiento de la realidad en sí, sino en relación con quien la percibe, y dicha percepción está siempre temporal, espacial, cultural y psicológicamente situada. Los enunciados religiosos deben ser entendidos como una interpretación global de nuestra experiencia que NO puede ser verificada ni falsada, (Hare la denomina “blik”), algo así como una perspectiva o una actitud general.

ESPIRITUALIDAD:

Otras muchas personas, se sitúan en el nivel de lo que se conoce como espiritualidad (RAE): Naturaleza y condición de espiritual. 3. Conjunto de ideas referentes a la vida espiritual. Espíritu (RAE): Ser inmaterial y dotado de razón. 2. m. Alma racional. 3. m. Don sobrenatural y gracia particular que Dios suele dar a algunas criaturas.

Desde la espiritualidad como actitud o disposición al asombro ante lo desconocido, su práctica es personal en el universo interior del sujeto. La espiritualidad no implica ser religioso. De hecho, muchos se consideran muy espirituales y para nada religiosos. A pesar de ello muchas personas canalizan sus necesidades espirituales a través de la religión.

La búsqueda de la espiritualidad podrá ser mediante una religión o siguiendo su propia fe. La espiritualidad puede ser una parte importante del proceso de construcción de la persona, puede ayudar a construir la estructura de lo que somos. Por último, las personas que viven la espiritualidad pueden sentirse ayudadas a descubrir el sentido de su vida, a mejorar su sentimiento de paz, a sobrellevar los tiempos difíciles, a sentirse más seguros, a comunicarse mejor con las personas más cercanas. Todo ello probablemente mejorará su bienestar emocional y mental y su salud en general. https://www.saludsiemprevc.org/herramientas-para-el-bienestar/espiritualidad

En ambos ámbitos, tanto el religioso como el espiritual, se admite que las respuestas provengan desde el sentimiento, e incluso de experiencia, que, sólo ocasionalmente, puede llegar a lo que denominamos misticismo. Por el contrario, la filosofía buscará respuestas desde la racionalidad.
Aun así, en el ámbito de la filosofía no es posible demostrarle a alguien que está equivocado y que es uno quien tiene a razón. Ante estas cuestiones existirán tantas respuestas como personas.

PARA DEBATIR:

En el proceso de duelo permanecer en el dolor indefinidamente es dañino; lo que permitirá la posibilidad de una vida razonable es seguir y culminar un proceso construcción/reconstrucción de la persona para la nueva vida que se inicia entonces. Probablemente serán múltiples los ajustes que cada persona tendrá que hacer, en sus relaciones interpersonales, nuevos objetivos, nuevas ilusiones, nuestra actitud hacia las adversidades quizá cambie, incluyendo la actitud ante la muerte propia o de otros. Y probablemente aparezca una nueva espiritualidad, porque tenemos la necesidad de darnos respuestas, aunque sólo sean intuiciones. A veces esa espiritualidad no será, o no será nueva; no todas las personas harán ese itinerario espiritual, sea porque su espiritualidad previa la sienten adecuada o bien porque, como hemos dicho al comienzo, no participan de espiritualidad alguna.

Entendiendo la espiritualidad en el amplio sentido del término:

¿Tu vida espiritual previa al fallecimiento de tu hijo/a, te ha sido un apoyo suficiente para tu vida hoy?

¿A partir de la muerte de tu hija/o, ha cambiado tu vivencia de la espiritualidad?

¿Has buscado, mediante diálogo con otros, lecturas, vídeos, reflexión, meditación, practica de yoga o similares, nuevos caminos que den respuesta a tus preguntas?

¿En qué medida tu espiritualidad, en el amplio sentido de la palabra, consideras que favorece la reconstrucción de tu persona para la nueva vida que tienes delante?

  • ¿Te ayuda a aceptar lo sucedido?
  • ¿Te da alguna esperanza sobre el sentido de la vida?
  • ¿Te sientes más capaz de afrontar la muerte propia?

Citas complementarias al texto
para reflexionar

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