“El amor transciende la persona física del ser amado,
y encuentra su sentido más profundo en el ser espiritual del otro, en su yo íntimo.
Que esté o no presente esa persona, que continúe viva o no, de algún modo pierde su importancia”
El hombre en busca de sentido. V.Frankl
Para hablar del sentido de la vida es imprescindible hablar de Viktor Frankl, su libro “El hombre en busca de sentido” y su teoría psicológica la “Logoterapia”.
Ni mucho menos quiero aquí desarrollar lo que supone toda una teoría psicológica creada por un gran psiquiatra, sólo quiero dar unas pequeñas pinceladas de en qué consiste y por qué es tan importante en el grupo Renacer.
Viktor Frankl desarrolló esta teoría después de sobrevivir a cuatro campos de concentración entre ellos Auschwitz, fue a partir de esta experiencia que escribió su famoso libro “El hombre en busca de sentido”. En él, describe su vivencia y la de tantos otros hombres que le acompañaron en dichos campos. De esta observación concluye lo siguiente: ”los campos de concentración nazis dan fe de que los prisioneros más aptos para la supervivencia resultaron ser aquellos a quienes esperaba alguna persona o les apremiaba la responsabilidad de acabar una tarea o cumplir una misión” en definitiva, algo que les trascendiera a sí mismos, y es precisamente en esta afirmación en la que basa su teoría.
La logoterapia proviene de una palabra griega “logos” que equivale a “sentido”, “significado” o “propósito”, “terapia” significa “tratamiento” o “cuidado”. La logoterapia, por tanto, es una teoría psicológica que se centra en la terapia por medio del sentido o del significado de la existencia humana y en la búsqueda de ese propósito por parte del hombre. De acuerdo con esta teoría, la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida.
Este sentido del que habla Frankl, es único y específico, en cuanto a que es uno mismo quien ha de encontrarlo y sólo nos servirá individualmente, cada uno encontraremos el nuestro. Por ello, no se habla de ese sentido a través de una formulación abstracta, sino el sentido de cada uno de nosotros en un momento determinado.
Afirma también que nosotros no inventamos ese sentido de nuestra vida, nosotros lo descubrimos. Y que, en última instancia, no deberíamos interrogarnos sobre el sentido de la vida sino comprender que es la vida la que nos interroga, nos pregunta, y únicamente podemos contestar con nuestra propia vida, con la responsabilidad personal de decidir. De aquí que una de las técnicas que utiliza la logoterapia sea la de a través de ciertas preguntas ayudarnos a descubrir las respuestas que ya tenemos dentro.
En su libro, habla sobre esta responsabilidad del ser humano para elegir, cuenta que “las experiencias en un campo de concentración demuestran que el hombre mantiene su capacidad de elección… los supervivientes aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino – para decidir su propio camino.” Como vemos, esta es una de las grandes bases de nuestro grupo, trascender el dolor para tender la mano a ese hermano que sufre.
Dice Frankl que afrontar la muerte, el sufrimiento extremo, es lo que nos pone cara a cara con la responsabilidad que tenemos de hacer de nuestra vida el sentido de la existencia. Tener la muerte presente nos hace vivir la vida de una manera intensa, y por tanto, tener la sensación de haberla realmente disfrutado.
Renacer, conoció este libro y la logoterapia al año de constituirse el grupo, sin embargo, desde sus inicios, de una forma intuitiva, estaban poniendo en práctica esa filosofía de vida. El lema de Frankl pasó a ser también el del grupo: “A pesar de todo, sí a la vida”.
Y cómo encontrar este sentido, cómo nosotros, madres y padres, encontramos ese sentido después de lo que nos ha ocurrido, después de la muerte de nuestros hijos. Yo creo que la esencia de Renacer nos responde a esto de una forma genérica: a través de cómo decido vivir mi vida.
Nos toca, a cada una de nosotras, a cada uno de nosotros, concretar de qué forma quiero encontrar ese propósito. En mi caso, os puedo decir que lo que me impulsa, lo que da ese sentido a mi vida, lo que me permite reír, disfrutar, lo que me da esperanza es honrar a mis hijas a través de mi vida, cómo, viviendo una vida que merezca ser vivida, que lo que entrego a la sociedad sea amor, alegría, plenitud, no sufrimiento, ira, resentimiento…. En definitiva, trabajar día a día en esa mejor versión de mi misma. Desde ya os digo que no siempre lo consigo pero también a esto aprendo, a permitirme a mí misma errar y volver a intentarlo.
Y me gustaría terminar con unas palabras de este gran hombre “El ser humano no necesita vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta o una misión que le merezca la pena”. Necesitamos esforzarnos para resurgir de nuestras cenizas, con mi dolor a mi lado, dándole la mano y VIVIR una vida que merezca la pena.
Para finalizar, dejar en el aire algunas preguntas para compartir entre todos, pero sobre todo para que nos hagan reflexionar:
- Sientes que tenías un sentido en la vida antes de que vuestro hijo o hija muriera
- Te has planteado sobre ese sentido ahora
- Si es así, ¿podrías materializarlo, concretarlo?
- ¿Sientes realmente que puedes elegir la actitud con la que te enfrentas a tu dolor?
Conclusiones de la sesión
A raíz de la muerte de nuestros hijos e hijas se abre una nueva perspectiva en la que nos damos cuenta que nuestra mirada hacia nuestra existencia ha cambiado.
Antes de ser madres y padres hubo otros sentidos de viva, momentos en los que valorábamos nuestra formación y profesión. Algunos afortunados ya integraban la ayuda social en esas fases tempranas de la vida.
Una vez formamos nuestras familias todo aquello que ocupaba nuestras prioridades pasó de forma orgánica a un segundo plano. Como si la vida se ordenara de golpe, con prioridades definidas y también identificando aquello que igual nunca fue tan importante…
Antes de que nuestros hijos partieran el sentido de la vida eran ellos. Ese día a día que la vida nos regalaba sin que sintiéramos que esa felicidad podía estallar en cien mil pedazos en menos de un segundo.
En este nuevo camino en el que Renacemos, todos pasamos por la búsqueda del nuevo sentido de la vida. En los primeros meses cuesta incluso acercarse a la idea de un “para qué”. Y como de forma natural llevamos a nuestros hijos en lo más profundo de nuestro interior, intentamos ver la vida con su mirada, haciendo aquello que pensamos que ellos querrían. Como si la vida fuese un constante homenaje a su memoria.
Ellos siguen marcando el pulso y el sentido de la vida, desde un lugar que se expande de forma infinita.
Muchos buscamos respuestas a partir de nuestro crecimiento personal, trabajando nuestra espiritualidad con ilusión. Y todos nos damos cuenta de lo pegados que vivimos al tic tac del reloj, ese que nos ha marcado un ritmo frenético y constante. Y ahora decidimos parar, bajar el ritmo, reposar, aprendiendo a ir despacio, enfocados en el presente, en este mismo instante que es el único que podemos dar por sentado. Aquellos que tenemos otros hijos nos preparamos para ofrecerles una vida plena, independiente, intentando soltar miedos que quizá, como el dolor, deberemos integrar y convivir con ellos. Y sentimos que ellos son el motor y también el sentido de la vida.
Cuesta materializar los objetivos. Algunos todavía estamos por descubrirlo. Otros los intuimos en forma de nuevos proyectos. Y aunque estemos en ese camino aún por recorrer nos aferramos a la frase de Nietzsche “Cuando hay un por qué, siempre se encuentra un cómo”.
Y mientras hacemos camino, elegimos la actitud con la enfrentamos nuestro dolor. Aunque este nos condicione, decidimos formar parte de este grupo que es Renacer, que nos invita a buscar más allá del sufrimiento. La conexión entre padres, madres e hijos es tan inmensa que incluso los hay que están tranquilos porque tienen la certeza que sus hijos están en paz en otro plano y eso les ayuda a decir: sí a la vida, a pesar de todo…